
Faro, la capital del Algarve, me pareció una curiosa mezcla de contradicciones: Es una ciudad turística, pero nunca (y estuve en la temporada alta de verano) se siente masificada y salvo en lugares muy puntuales no te cruzas apenas con grupos de visitantes. No tiene playa, pero es un destino playero y la principal razón por la que la elegimos para nuestras vacaciones fue poder disfrutar del sol, el mar y la arena… y es que este lugar privilegiado está rodeado de islas con playas que difícilmente creerías que se encuentran en Portugal!

El parque nacional de Ria Formosa comprende una extensa laguna con islas y penínsulas con la particularidad de en cada una de ellas tienes playas que dan hacia la ria o tierra firme, con aguas más tranquilas, menos profundas y más frías mientras que por el otro lado tienes las playas oceánicas, más parecidas a las típicas que tenemos en mente con un poco más de oleaje, algo más cálidas (pero no tanto) y con los característicos servicios y actividades. Desde el muelle de Faro salen ferries a estas islas como Ilha do Farol, habitada y con una vibra muy caribeña, Ilha do Faro, la más concurrida ya que es accesible con vehículos a través de un puente que la conecta con el continente y llena de servicios o Ilha Barreta -mejor conocida como Ilha Deserta- que como su nombre indica, es prácticamente virgen y sin estructuras ni servicios algunos salvo un costoso restaurante. Los precios de los ferries son bastante económicos y no suelen ser más de 2,5€ por trayecto (a excepción de Ilha Deserta, accesible solo con lanchas rápidas o ferries de una empresa privada y que van desde 5€ a 10€ por trayecto dependiendo de la rapidez del bote).


Pero no todo es playa, caminar por el centro histórico de Faro o “Vila Adentro” es una experiencia bastante agradable. Está lleno de callecitas poco transitadas y casas pintorescas con la típica y a la vez hermosa decadencia portuguesa. Las vías peatonales donde se encuentran los comercios están cubiertas por telas para aplacar un poco el intenso sol del sur de Portugal y aquí encontrarás numerosas tiendas y restaurantes con terrazas. Los paseos bordeando la Ria Formosa, especialmente al atardecer, con el inolvidable sonido y visión de los aviones a baja altura en su camino al cercano aeropuerto, los monumentos históricos, las iglesias con sus campanas y el ambiente de ciudad turística pero sin ser cliché ni agobiar valen mucho la pena y sin duda repetiría este excelente punto de partida para descubrir los maravillosos paisajes naturales del Algarve.







