Aún cuando ha pasado algún tiempo desde que estuve ahí, no sabría definir Auschwitz sino como un lugar al que hay que ir al menos una vez en la vida. Para visitar los campos de concentración y exterminio de Auschwitz I y Auschwitz II – Birkenau necesitas prácticamente todo el día ya que son extensos y además totalmente recomendado hacerlo acompañado de un guía (es muy fácil contratar excursiones en varios idiomas que salen desde Cracovia o Katowice).
Auschwitz I se compone de barracas, algunas cámaras de gas, crematorios y hace las veces de museo. Muchas personas quedan impactadas por las toneladas de pelo encontradas por el Ejército Rojo al liberal el campo o por los miles de objetos decomisadas a las familias… pero para mí fue el conjunto de imágenes, fotografías y exhibiciones que demuestran que la gran mayoría de las casi dos millones de personas que murieron en estos campos albergó cierta esperanza de libertad o supervivencia hasta el final.
Auschwitz II-Birkenau está a unos 10 minutos por carretera de Auschwitz I y es bastante más extenso, de hecho las alambradas se pierden de vista y aunque muchas de las barracas y cámaras de gas fueron destruidas, se pueden entrar en algunas de las “casas” para tener una idea de como malvivían las personas. Es un lugar de una quietud y hasta si se quiere de una belleza perturbadora, pero al pensar como tanto espacio y logística se puso al servicio de semejante atrocidad te llega a dar escalofríos.
Yo creo que es una visita obligada, del que no se puede esperar algo en específico porque supongo que es una experiencia personal y diferente para cada visitante. Lugares así deben recordarnos el daño que aunque sea una sola persona con poder e ideas delirantes puede causar y que el ser humano es capaz de lo más nefasto… algo a tener en cuenta en estos tiempos que corren.