En julio de 2014 se conmemoran 100 años del inicio de la Primera Guerra Mundial, un evento que cambió para siempre la historia y llenó de muerte y destrucción a los países europeos involucrados y sus colonias alrededor del mundo. Si hay lugar donde ha quedado rastro de la desolación del conflicto y sus consecuencias, es la provincia de Flandes Occidental en Bélgica… impresionantes trincheras, demarcaciones, monumentos y cementerios militares son el vestigio de la Gran Guerra.
Ypres es una pequeña ciudad donde se libraron intensos enfrentamientos y uno de los lugares donde se utilizó por primera vez armamento químico como el gas mostaza, además la famosa batalla de Passchendaele en 1917 ha sido una de las más sangrientas de todos los tiempos: se dice que entre 400 y 800 mil soldados británicos y alemanes perdieron la vida en los tres meses que duraron los enfrentamientos. En la entrada de Ypres se encuentra la Puerta de Menin, un monumento que conmemora los nombres de 54.896 soldados del Imperio Británico cuyos cuerpos nunca fueron identificados o encontrados y todas las tardes exactamente a las 8:00 se detiene el tráfico y se realiza una ceremonia para rendir honores a los caídos.
No muy lejos se encuentra Tyne Cot, el cementerio de guerra de tropas de la Mancomunidad de Naciones más grande del mundo. 11.954 de 9 países diferentes están enterrados en este impresionante lugar donde miles de lápidas blancas forman un escenario que infunde mucho respeto. Bajo una de ellas, la del Segundo Teniente Arthur Conway Young se lee esta impactante frase: “Sacrificado por la falacia de que la guerra puede acabar con la guerra”.
También hay cementerios donde descansan los cuerpos de los soldados del Imperio Alemán que perdieron la vida durante la Primera Guerra Mundial, como el de Vladslo cerca de Diksmuide: aquí están enterrados 25.644 militares y se encuentra la famosa estatua Trauerndes Elternpaar (Los Padres Afligidos) de Käthe Kollwitz.
Además de los cementerios, en la ciudad de Diksmuide y sus alrededores también hay museos, memoriales y monumentos como la IJZertoren, una torre-museo donde se puede incluso experimentar el olor del gas mostaza. Otro sitio de interés es la llamada “Trinchera de la Muerte”, una parte de las sanjas utilizadas por los soldados en el frente para defender sus posiciones y que ha sido conservada como testimonio de uno de los peores momentos de la humanidad que lamentablemente se repetiría 20 años después al estallar la Segunda Guerra Mundial.
Gracias Francisco, una buena manera de refrescar la historia.
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El 02/07/2014, a las 12:49, “Francisco Goncalves Photography” escribió:
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