Diría que todos los países costeros de Europa tienen al menos un típico pueblo de pescadores que por alguna razón empezó a atraer a la realeza o clase alta del país hasta convertirse en un destino turístico y en el caso de Portugal, este sería Cascais. A unos 40 minutos en tren que cuesta poco más de 2€ desde Lisboa, te encuentras esta pequeña ciudad de callecitas empedradas que siempre llevan al mar, donde las costas están rodeadas de impresionantes casas y palacios. Otrora residencia de reyes y millonarios, ahora es un lugar de veraneo accesible (aunque no deje de ser la zona más cara del país) con muy buena oferta cultural y culinaria a pesar de su pequeño tamaño, llena de fortalezas y museos… aunque mi actividad favorita fue caminar por los senderos aledaños a la Av. Rei Humberto II de Italia hasta llegar a la Boca do Inferno, un acantilado donde la naturaleza se expresa en su máximo esplendor al romper las olas con furia contra las paredes de roca.
Si ahora en invierno y con un poco de mal tiempo me gustó tanto Cascais, no quiero imaginar como será en la temporada estival, con todas esas playas y colores alrededor. Apuntado en la lista de lugares para regresar pronto!