Creo que cuando tienes poco tiempo para visitar un lugar, lo vives con mucha más intensidad… y es por eso que la tarde que tuve para pasear por Copenhague, la exprimí al máximo y me llevé muchas impresiones de la capital danesa. Si tuviera que resumirla tras mi breve estancia, sería como una mezcla entre Berlín y Amsterdam, donde el diseño, el arte urbano, los espacios amplios y especialmente las bicicletas son los protagonistas que para mí definen la ciudad.
Sin ser grande – aunque tampoco excesivamente pequeña – da tiempo para poder ir a los lugares más emblemáticos en unas cuantas horas, así que tuve tiempo de pasar por la famosa área de Nyhavn con sus casas de colores frente al canal (haré un post aparte sobre esta zona), el parque de Tivoli, la calle Strøget, la Ciudad Libre de Christiania (aquí las fotos no son permitidas… o te recomiendan que no las hagas) y algunos de los varios palacios que hay en Copenhague. En definitiva, un lugar que me dejó buenas sensaciones y ganas de más… por lo que tendré que volver pronto!