Sofía, la polifacética capital búlgara

Trams modernos y clásicos pasan delante de la Catedral de Sveta Nedelya

Cada cierto tiempo, me gusta buscar vuelos baratos a ciudades fuera del radar turístico que sean relativamente económicas… y Sofía reunía todas esas condiciones. La capital de Bulgaria no era un lugar que tuviera en mi lista, pero precisamente saber tan poco sobre ella era lo que me llamaba la atención así que por qué no pasar un fin de semana descubriendo qué tenía que ofrecer y obviamente deseando hartarme de comida rica pagando mucho menos que en Barcelona.

Como la mayoría de vuelos low cost al centro / este de Europa, llegué tarde en la noche y tomé un taxi que cumplía todos los estereotipos balcánicos: conductor fumando mientras explicaba las maravillas de Bulgaria lleno de orgullo, interior lleno de fotos familiares y figuritas y por supuesto, música folclórica a todo volumen mientras tomaba caminos polvorientos para “evitar peajes que solo quieren robar a la gente con sus precios”. Por la mañana y después de un gran desayuno con abundante queso salado (una de mis cosas favoritas de esta parte de Europa) tocaba a salir a recorrer la ciudad sin ninguna referencia más allá de la icónica Catedral de San Aleksandar Nevski, una de las iglesias ortodoxas más grandes del mundo y principal atracción turística de Sofía.

La Catedral de San Aleksandar Nevski, símbolo de Sofía y una joya de la arquitectura neobizantina

Lo que me encontré en las calles es una mezcla de culturas y estilos. Desde un mismo lugar podía ver una iglesia ortodoxa, una católica, una mezquita y una sinagoga a la vez y a pocos metros de distancia una de la otra. También es evidente el pasado comunista y la modernidad que trata de abrirse paso poco a poco… era curioso ver un Trabant (un pequeño coche muy, muy simple producido en Alemania del Este desde los 60 hasta los 90) aparcado al lado de un lujoso Mercedes Benz último modelo. O un McDonald’s inmaculado junto a un pequeño local destartalado de Banitsas, los ricos pastelitos rellenos.

Un pequeño Trabant, el coche insignia de la Alemania Comunista. Para comprar uno podías pasar 10 años en lista de espera.
El anfiteatro de Serdica, ruinas romanas descubiertas en 2004 con la Mezquita Banya Bashi al fondo.
Locales disfrutando del día junto al Templo Ortodoxo de los Siete Santos

La Catedral de San Aleksandar es incluso más impresionante por dentro que por fuera, aunque no tomé fotos porque hay que pagar 5€ para que te pongan un sticker y las señoras que vigilan que te dejen hacer fotografías… y creánme que están muy atentas y se darán cuenta aún si tratas discretamente con el teléfono. Alrededor hay varios restaurantes tradicionales donde se come muy bien y de vez en cuando hay música folclórica en vivo. Puede que sean lugares más turísticos pero me pareció una experiencia interesante además que son muy bonitos, con precios bastante buenos y muy excelente comida (si te gusta el queso fresco, el yogurt y el cordero, en Sofía serás feliz).

En ciudades como esta, dónde en principio no hay muchos sitios conocidos o atracciones turísticas, es más que recomendable buscar free walking tours o algún otro tipo de visita guiada, especialmente si te interesa algo específico como los vestigios de la era comunista, street art, etc. No solo podrás tener una idea general de la ciudad sino también conocer su historia y el por qué de las cosas.

Las calles doradas de Sofía son espectaculares, especialmente al atardecer
El Palacio Nacional de la Cultura, uno de los centros de convenciones más grandes del mundo.
No es extraño encontrar vehículos antiguos.

A mí en particular me llamaba la antención el pasado socialista del país, así que hay un par de lugares que me parecieron interesantes… uno era el Monumento al Ejército Soviético, una plaza con esculturas que durante muchos años causó polémica entre la gente que quería que fuera demolido y los que que se oponían a que se destruya. La decisión final es que será desmantelado (algunas partes ya se han retirado) y movido al segundo lugar que llamaba mi atención, el Museo de Arte Socialista, un poco más alejado del centro, donde reposan cientos de estatuas de la era comunista junto a una sala con pinturas y arte propagandístico. Ahora la mayoría de las personas que encontrarás en el parque donde se encuentra el monumento son skaters o demás tribus urbanas bailando, escuchando música o pasando el rato.

En definitiva, Sofía esta bien si quieres pasar un fin de semana en un lugar diferente y sin tener grandes expectativas, más allá de la comida excelente y barata y algo de decadencia con cierto encanto. Es interesante ver la lucha entre la occidentalización y el pasado comunista y detalles que llaman la atención como que los menús indican cuánto pesan los platos o ver lacitos en los árboles si se acerca la primavera. Tengo entendido que los alrededores son espectaculares y la naturaleza en Bulgaria es impresionante, así que no descarto regresar para que sea el punto de partida antes de visitar otros lugares de este país balcánico.

El polémico Monumento al Ejército Soviético, meca de lo skaters en Sofía.
El Museo de Arte Socialista, hogar de cientos de estatuas de la era comunista… en su mayoría de Lenin y Stalin

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